miércoles, 2 de mayo de 2012




Monseñor Eduardo Herrera Riera
¿Quien salvara sus Almas?

Dioecesis Carorensis  “Emérito”  adj. [Persona] que se ha retirado de un empleo o cargo y continúa ejerciendo o disfruta algún premio o compensación como reconocimiento por sus méritos: 

Le pregunto yo a usted  Sr Eduardo Herrera Riera, (también llamado Monseñor) por los “creyentes” de la curia “Católica y Romana”, ¿con cuál autoridad moral se dirige usted en la forma en la que lo hace, a el Presidente de la gran mayoría de los Venezolanos?, y ¿quien le solicito a usted sus consejos  en cuanto a lo que deba hacer o no esa gran mayoría de venezolanos que sigue al Presidente Comandante de esta revolución? ¿Acaso los chavistas Caroreños le han pedido a usted?, que ponga su Alma en paz con dios, ¿acaso le hemos sugerido a usted que se arrepienta de haber sido todo cuanto fue?, Recuerdo, verlo con su bonita sotana blanca, caminando por las aceras de la calle San Juan, de la iglesia a su casa, de su casa a la iglesia, “a confesar a las viejas pecadoras de esa misma calle, sus vecina, primas y familiares cercanos”, llenos de tanto o más pecados que usted mismo. Solamente le quisiera preguntar algo, ¿seria “cacalo”, quien le escribió esta pequeña encíclica o carta pastoral que hoy publica? ¿Sería él? 
Recuerdo su templo Sr. Herrera, lo recuerdo pues me gustaban sus bancos, (eran los únicos que había visto en una iglesia en el Pueblo, en el que los reclinatorios tenían o tienen acolchado) para que los Herrera, Riera, Zubillaga, Perera, Álvarez, etc., etc., no sufrieran en sus rodillas por el espacio de tiempo en el cual se arrodillaban ante el altar de Dios, (el dios de la Calle San Juan).
Me gustaba entrar a esa iglesia, pues era una especie de túnel del Tiempo, en el cual, me veía transportado a la Colonia, (y veía a las mantuanas, con sus inmensos velos negros, y algunos blancos, todas gordas, blancas, pausadas en el andar, como sabiendo que monseñor no empezaría el ritual, hasta tanto no llegaran a ocupar sus puestos) en el templo “consagrado para expiar sus culpas”. Iban en procesión acompañadas por sus criadas, (sirvientas) iban algunas a orar por el sobrino gobernador, el senador, o el diputado. (Todos adecos y Copeyanos). “LADRONES Y CRIMINALES”, como esos que defiendes en tu pequeña carta o encíclica dirigida a nosotros los Bolivarianos.
Y allí como siempre, estaba usted o Crispulo o el padre Juan, casi una “Trinidad” perfecta siempre dispuestos a perdonar, “por poca penitencia” las vagabunderías de sus parientes. 
Usted cita la biblia, ¿pero a cual biblia se refiere?,¿ será acaso a alguna personal en la cual se le ofrece el reino de dios solo a usted y sus pariente, será esa misma biblia la que leía su padre y le hacia ver que era bueno despojar a los campesinos de sus tierras, ¿en su biblia monseñor, se dice algo sobre no mentir? ¿Se dice que es pecado matar?, como lo hicieron los criminales que usted dice están encerrados injustamente, si ellos son inocentes ¿entonces quien es culpable?, monseñor, si Castillo Lara esta en el cielo, ese que usted dice lo está esperando, entonces yo no quiero su cielo. Me gusta Carora, pero no me gusta el Calor. Y en el cielo ese que usted dice tener ganado, estoy seguro de que las temperaturas son muy altas.
¿Sabe algo Monseñor?, recuerdo una historia, que me contaba mi abuelo, el me contaba que uno de los Herreras, había sido tan pero tan malo, que cuando murió su alma era vista envuelta en llamas por los terrenos de sus haciendas, hacia las cercanías de Pie de Cuestas y El Empedrado, Y QUE POR ESA CAUSA UNO DE SUS HIJOS SE HABIA HECHO SACERDOTE, PARA TRATAR DE SALVAR EL ALMA DE SU PADRE. Le pregunto ahora a usted ¿Quién salvara su alma Sr Herrera?         
Te me pareces tanto  a los  clérigos realistas, y algunos frailes predicadores en la Caracas de 1812, que excitaban a las muchedumbres fanáticas y atemorizadas haciéndoles ver que el terremoto es un castigo del cielo “por la sublevación de los patriotas contra el legítimo soberano, el virtuoso Fernando VII”.  

"Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca"

Simón Bolívar. 

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